Vuele Bajo
Me gusta
creer que aunque en este momento no hay ningún niño o anciano leyendo esto, en
el futuro esta afirmación, con un tono agridulce, dejará de ser veraz. Que
aunque una persona desconozca el significado de una palabra que utilizo, sea
capaz de entender la esencia real del mensaje. Que aunque a usted no le guste
el artista o género que le recomiendo, logre comprender que esto no se trata
solo de gustos, sino de experiencias. Hago mención del caso debido al
sentimiento tan único que sentí al escribir este post.
Existe un
artista (que digo artista, más bien personaje) en particular que genera una
nostalgia aturdidora en mí. De niño solía escucharlo en el estéreo del carro de
mis padres. Sus mensajes me parecían ininteligibles, desconocidos. Pero había
algo en su voz, algo en su forma de conectar con su audiencia. Se colaba a
través del alambrado eléctrico del carro, pasaba por la tela de los asientos,
se escabullía por mi cuello y entraba a mis oídos. De ese punto en adelante, me
llevaba hasta un lugar inhóspito y desolado. Ahí, me encontraba en medio de un
cuarto oscuro, no divisaba nada. Con el poco sentido de orientación que
conservaba, dirigía mi vista hacia el frente. Un hombre se encontraba sentado a
unos dos metros de mí. Lentes oscuros con aros circulares, chaqueta de cuero y
unos jeans. “Volá
abajo…” ― me decía. A pesar de que no terminaba nunca de comprender, todo su
acto me hipnotizaba. Me volvía inerte.
Dejé de
tener 7 años, olvidé los 10, terminé los 15. En algún momento entre los 17 y
los 18, neuronas de mi cerebro que se habían desconectado hace mucho se
volvieron a encontrar. Recordé a dicho personaje. “Abajo está la verdad.” ―
escuché súbitamente. En ese momento comprendí un poco sobre su mensaje. Y ese
poco que comprendí me dejó en un silencio mental casi absoluto. “¿Quién es?” ―
pregunté.
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Rodolfo Enrique Cabral, mejor conocido como Facundo Cabral |
Facundo Cabral ha almidonado mis pensamientos desde que era solo un niño, educándome, mostrándome, comprobándome que el arte también se ve reflejado en la existencia humana y sus patrones de conducta. El ser humano es una obra de arte invaluable.
No fue sino
hasta llegar a un cierto nivel de madurez emocional que empecé a comprender la
magnitud de todas aquellas anécdotas irrisorias y lúdicas que este tipo
chisporroteaba a su ansiosa audiencia. Protagonistas como el tío Pedro, su
madre Sara, su abuela, el coronel, entre otros, y las historias donde estos
toman parte, no son más que proyecciones fragmentadas del alma de un noble ser
humano, filósofo, artista, cantautor, poeta, escritor y amigo de todos. Cuerpo,
mente y alma se veían sujetos a la elocuencia de un hombre que amaba ser.
Hombre que amaba dejar ser.
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Nació en Argentina en 1937, murió en Guatemala en 2011 |
Finalmente, en uno de esos días en los que me inmiscuía en su etérea trayectoria musical, escuché un pasaje que hizo que todo cobrará sentido. Que aquello que sentía de niño inesperadamente se volviera verosímil antes los ojos juiciosos y críticos de un joven adulto. “Señora, ¿si usted no entiende nada de lo que digo, entonces por qué siempre viene a mis conciertos?” ― cuestionaba él. “Porque de vez en cuando, me gusta ver a un hombre libre”. ― le respondía ella. “Señora… nadie entendió como usted lo que yo canto”. ― comentó él.
Todo cobró
sentido tan vertiginosamente que sentí que el pasado ahora se hacía presente.
Que aquel niño de 10 años volvía a mí en uno de esos eternos viajes que
solíamos hacer en familia. Entendí que por eso su arte siempre me había
fascinado. Y lo más increíble aún, no había nada de extraño en disfrutar algo
que no terminaba de asimilar, de hecho, siempre he pensado que de eso se trata
la felicidad. De disfrutar algo que no necesariamente entendemos. De dejar de
tener miedo a la desconocido. Facundo Cabral dejó una impresión en mí que
ningún otro ser humano ha dejado en estos cortos 20 años que tengo.
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No es de aquí, ni de allá |
¿Qué canción recomiendo? Cualquiera. En cada una de sus canciones podemos encontrar elementos que nos ayudarán en la comprensión y construcción de una vida plena. Más austera dirían algunos.
Gracias por el tiempo dedicado a este escrito. De pequeñas
anécdotas y comentarios nacen grandes proyectos. Dejá los tuyos abajo y ayudame
en la construcción de un nuevo post. Nos vemos en la cuna de una próxima
historia.
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